Analogía a Friends
Somos un viaje las personas.
Interactuamos por minutos, horas, meses o años, y aunque nos pueda llevar toda una vida conocernos, nos desconocemos en cuestión de segundos.
Cuando tenés un grupo de amigos — uno de esos de verdad — que son tu círculo cercano y los contás con los dedos de una mano, la vida se vuelve objetivamente mejor.
Nos convertimos en los personajes de una serie que tiene muchos capítulos, y cada tanto sacamos otra temporada.
Por más que los personajes principales pasen por extensos arcos de desarrollo a medida que avanza del show, la serie no sería tan exitosa si no hubiese una mínima de drama.
Si tu grupo es como el de Friends, la mayoría de los capítulos van a girar alrededor de los conflictos que cada uno tiene con los personajes secundarios que entran y salen de sus vidas, reservándose el contenido picante para cuando hay problemas dentro del grupo.
Mientras que acá no existe un Ross y Rachel, sí abundan las dinámicas de Chandler y Joey o de Rachel y Monica.
Sea entre los bros o sea entre las pibas, las relaciones del grupo son de años, y nos conocemos mejor de lo que conocemos a los baños de la cafetería Central Perk.
Sabemos cuáles son las actitudes de cada uno, pero esto no significa que siempre nos vamos a entender.
Pueden darse discusiones boludas entre unos o haber vibras raras entre otros, al igual que un evento específico puede hacerte perder esa confianza que le tenías a alguien por quien antes hubieras puesto ambas manos en el fuego.
En el mejor de los escenarios, estos episodios son más raros que los tickets para entrar a la fábrica de chocolate de Willy Wonka, y también actúan como oportunidades doradas para el crecimiento de nuestros protagonistas.
Pareciera que el casting de mis actores se basó en circunstancias e intereses en común; pero si nuestro programa piensa seguir transmitiéndose, será gracias a un énfasis en la buena comunicación.
Una comunicación transparente y sincera, que evitará la posibilidad de encontrar agujeros en la trama.
Aunque los años nos empujen y las agendas nos mantengan ocupados, el guión nos tendrá de nuevo en la junta, a carcajadas, reviviendo los tiempos compartidos que nos definieron como personas.
Este vínculo es fuerte, es sincero, y es capaz de regalarnos herramientas para utilizar en nuestras respectivas interacciones con personajes secundarios.
El tiempo pasa y los actores envejecen, pero el show siempre vuelve a la premisa del primer episodio: un grupo de amigos que se junta a vivir la vida.